sábado, 10 de septiembre de 2022

ÓSCAR DÍAZ

 

 

Niños luchando

A Alejandro Fernandi

 

 

La calle se llamaba Niños Luchando, por un instante pensé

en los platos dispuestos en verano en una mesa caballete

donde se enfriaban mientras nosotros desembarcábamos

con la simplicidad bien estudiada, si lograse la axiomática

darnos la prueba de que existe Dios sin salirse de los márgenes

de la invención, que ha de ser suave, adecuadamente vacía

como toda la belleza del mundo, el desembarco con el sol

aguerrido y cotizado, cuando su ausencia haría tambalear

la invención, que nadie jamás podría recuperar porque no

jamás había sido convenida, se desarrollaba naturalmente

y por ello naturalmente aguardaba su momento de corrupción,

que marcaba la hora de la comida, la muerte de Antonio,

aunque en el desembarco el muchacho guardaba la exacta fortaleza

sin arquitectura, un joven soldado de boca cerrada y gorra

despegada por su posición tumbada, no sé si de sueño o guerra

igual que las resistencias ambulantes de un tiempo distinto

 

Les parfums ne font pas frissonner sa narine;

Tranquille. Il a deux trous rouges au côté droit.

 

adelante, puedes formular esa pregunta vasta, pero no juro que lo sepa

 

el desembarco de los niños luchando promedió

años de duración en la góndola del tiempo

y algunas canciones que hoy nadie recuerda

porque no puede recordarse

la fantasía que no ha sido convenida.

 

 

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