El
bosque sacrílego
-NÚMERO
1: Cuando la araña habrá escupido tres veces, cuando habrá hilado su voz de
tela tejida por sus muletas de trompetas, el mundo habrá cambiado de sentido y
la tierra de nombre. Y ya oigo decir que la vanguardia del ejército de los
cadáveres ha incendiado las tumbas y proclama la llegada de la libertad por el
ataúd…
-NÚMERO
2: Tengo que coser los árboles para el velo de nuestra señora pues yo me
proclamo sastre… (hunde su puñal en un tronco de árbol) Las hojas gritan y
algunas ramas sangran…Pero este alcohol de cabeza de madera carece de sabor. ¡Tengo
sed!
-NÚMERO
3: Os saludo con todos mis colmillos; ¡y que la lepra consuma vuestros
disfraces! (…) ¡A la hora determinada de una cifra exacta que es XII -y esta
hora no varía- aparecerá, en la encrucijada de los espacios que faltan, el
caballero Sagitario cuya montura, la montura de espectro, pisa un sol de
disco!… El resultado no está previsto, pero predigo en consecuencia el próximo
fin de las hostilidades de la paz… Por lo demás, la batalla ya está
rabiosamente emprendida y es la misma rabia de los cadáveres en libertad que
lleva el viento bueno y malo.
NÚMERO
4: ¡Muy buenos días según la costumbre y las cortesías de perro! (…)
NÚMERO
1: La muerte no tiene importancia ya que no es más que una especie de
genuflexión. Pero mi brazo ha chocado y mi cráneo me duele, abierto sobre un
abismo en mi interior…
NÚMERO
2: …¡Igual que mis asas o, si prefieres, mis brazos! Me desvelan un vacío
flotando dentro del vaso de mi cuerpo; ¡y pronto veré heridas en mis dedos o
fuera! Pero ni sangro ni sudo…
…¡Pero
cojeo! Y mi pata izquierda es demasiado corta para mí… (arranca su máscara y
reaparecen todos sus rasgos de loco-furioso-como-cojo)
EL
LOCO: ¡Me falta un signo! Mi cojera es testigo.
NÚMERO
1: Sueño de vampiro… ¡Cristal del mar y triple muerte en mis ojos! El viento
nos construirá un edificio público y el cielo de la tempestad que se acerca
será nuestra sala de armas. ¡Ven! ¡Con tu locura si lo prefieres, pero ven!
VOZ
DEL NÚMERO 1: Llegamos tarde, pero ¡no importa!… Mordamos a los muertos y
hagamos a los vivos signos imposibles a los que atribuiré, sin embargo, un
sentido netamente negativo. La batalla está en su apogeo… Pero nosotros dejamos
aquí nuestras insignias de perros…
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