Vuelta al salitre
Han
llegado a las últimas tardes
Como a una ventana
Sin ti, que tampoco llevan tu nombre.
Y las lluvias pasan, porque deben pasar,
No porque ocupen tu ausencia
O el acto mío al invocarte.
Cómo se destroza el aire de buscar tus contomos;
En un madero flota la memoria apenas sollozante.
Ya no hay llamaradas de ríos según tu cabellera,
Abundan los cables sin mensaje,
Florece el ansia en el polvo del duelo
Pero no tiene huellas ni hay tallos que le basten.
Allí había sido el homenaje,
La torre estaba y los torneos
Donde llevé por enseña tu tristeza dulce.
Oh, capitana, emboscado en la estela nacida en tu nombre
Miré las parejas salir a ayuntarse.
Nada más supe.
De: “Heridas que se alternan”
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