lunes, 21 de noviembre de 2022

JULIA VAN SEVEREN

 

  

En el campo



¡Qué radiantes los días! ¡Qué noches más hermosas!
¡Cómo pasa la vida entre nardos y rosas!
¡Cómo se olvida el álgebra y todas esas cosas!

¡Qué cariñosas estas virgencitas de bronce!
¡Qué limpidez de cielo! ¡Qué brillantez de Sol!
¡Y qué dulces los frutos que maduró el calor!

¡Y qué encanto en las tardes cuando allá en la pradera
se ve al Sol extender la dorada bandera
o deshacer en polvo su rubia cabellera!

¡Escuchar de las cañas los más raros cantares
o besar las corolas de olorosos azahares
que allá en las alamedas forman blancos altares!

¡Oír cual danza el viento por los verdes trigales
y pasarse las tardes en los cañaverales
cantando, con guitarra, canciones tropicales!

¡Cómo no ha de encantarse! ¡Cómo no ha de sentirse
que tenemos un alma que no debe ser triste,
pues que Natura toda de alegría se viste!

¡Qué radiantes los días! ¡Qué noches más serenas!
¡Y la savia del campo cómo vibra en las venas
de estas dulces muchachas, virgencitas morenas!

Preferibles a todas las mejores orquestas
son los dulces susurros de cercana floresta
que celebra con Eolo cada día una fiesta.

Y las galantes frases de señores de frac,
prefiero los aplausos que estos chicos me dan
cuando paso al galope en mi brioso alazán.



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