El lenguaje del agujero
Me
interesan los agujeros
pero procuro no hacer de ello
una ideología.
En carne propia aprendo pronuncio
oral anal fálico genital
vago sistemáticamente de uno al otro
en un agujero chupo trago
como si fuera oxígeno muerdo maldigo
doy besos franceses
con delicado canibalismo pródigo
en placer en dolor.
Hay agujeros muy significativos
llenos de deseo. Yo me inclino
por los vacíos que rechazan significados
pero abren posibilidades.
Un agujero es una especie de estorbo
local, estación terminal.
Quiero mirar en su interior
solo para descubrir que me devuelve
una mirada hecha de carne desgarrada
que cuida de sus bordes.
No es que yo quiera entrar
y salir de todos, quiero
ser un pozo atemporal,
marco de un agujero
sin lugar sin centro.
Y cuando me desborde, que alguna cosa
se detenga y otra irrumpa.
El animal debe crecer.
Corro pierdo corro encuentro
en eterno afán de llenarme.
Entretanto
le paso un segundo dedo en torno
con curiosidad, sin insolencia
porque sé que no estoy del lado
de Dios, donde el sol es
el poderoso ano del mundo.
Estoy exactamente del otro lado
el sol no amanece
desde mi trasero.
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