Acostada
sobre el concreto
observo el cielo desde
el parque.
Allá
arriba
las nubes tejen
vestidos floreados y
un montón de
muñequitas de papel.
Con
las manos en alto,
alcanzo a acariciarlas
con mis dedos elásticos.
Juego
con ellas,
les cambio los vestidos
y al mismo tiempo cantamos
Ale Limón
para esperar el ocaso.
En
este parque
todo es calma
aparente.
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