El
hombre que no fui
Siempre
fui malo en el fútbol,
era
un jugador menos en la cancha,
digamos,
como mirar a la nada en medio de todos,
una
grieta en la pared, una ventana abierta,
era
ir y venir desde los ojos del vacío
Nunca
tuve tacos, nunca uniforme,
aunque
anhelaba
la
10
más que nada en el mundo,
pero
uno no calza lo que desea sino lo que es,
uno
no escribe lo que quiere, sino lo que puede,
y
mis posibilidades de gol
eran
igual a cero
Aun
así, soñaba con el gol, con el aplauso,
con
el intercambio de camisas de admiración,
esperando
el momento indicado
para
tocar la gloria al fin,
pero
hay que aceptar la realidad,
que
por compasión mis amigos me elegían,
por
compasión me colocaban adelante,
nada
de correr por la banda
o
defender al equipo como a una ciudad asediada,
no,
era el ataque o, mejor dicho, la espera,
solo
esperar el esférico y fusilar
con
toda la niñez adentro—
Es
poco lo que recuerdo ahora,
excepto
que el juego es así,
no
importa cuán adelante esté,
pateo
al aire todavía y tropiezo
con
el hombre que no fui
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