Plutón
en Acuario
Dos
días de tormenta en altamar. Ha subido la marea, vientos alisios azotan
repentinamente. Se ha tambaleado la casa para la ternura. Nos decimos: “ojos” y
así volver a tierra cultivable. Desde las alturas volcánicas el fuego es
amenazador. Horas antes hacía mi arado en tu pecho, para hacerte-lo inmenso.
Horas
antes, madrugada enternecida plantaste tu voz en mi oído: “Quiero hablarte como
el viento le habla a los árboles y atravesar-te”. Un giro leve y hundo mi
cabeza mi cabeza en ti; eres refugio, tu temperatura me contiene. Mírame como
quien busca el efecto del trasluz; así puedes encontrarme.
Haces
giros y giros, tu cabeza en otro lugar. Hagamos tierra, amor, hagamos tierra,
insisto. Proeza de verdaderos amantes es regresar de la guerra sin un rasguño
en el corazón.
La
noche iguala, alguna vez dijiste. Sí, la noche iguala, nos volvemos a mirar:
desnudos, serenos; la transparencia del agua es nuestra iluminación.
Crearemos
un ritmo: una jota que se baila en el doblez del lenguaje. Conjúgame la
ternura: ternurame siempre. Hemos creado un verbo.
Ritmeame,
sí, ritmeame: lejos de lo implacable del hielo.
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