El libro desaparecido de Mallarmé
A Víctor Manuel Pinto
Vivir la masacre sin
saber por qué.
Los
tres
Su
boca se hunde con el placer de las grietas
y
cosecha las oscuridades del mantra con la súplica y el silencio
No
resisto los días las noches alumbrando y apagando lo vivo
Recuerdo
el camino a fuerza de cielo/ a fuerza de infierno
Un
poema para sonreír antes que la sombra
decapite
No
encuentro pensar-siempre-vivo
Me
voy con la espuma y la fuga en sílaba
Deseo
amar el silencio de los otros en el fondo de la vasija
El
juramento del árbol en mi cáliz
Sólo
así resisto
Por
ella me he vuelto invencible
Me
empuja al coraje de la soledad inmaculada
La
soledad que revienta los cráneos del sonido
(Me
dicen que si insisto atravesaré la página)
Que
un mar de ausencia detrás de la palabra levita en lo profundo
Mis
ojos cierran las aguas de la luz
El
olvido capaz de ausentar el color de los cielos
El
trazo de la nada sobre el efluvio anterior
A la transparencia
Es
verídico el ardor
y su
invasión declarada
Bajo
la máscara
La
piel es levantada hacia sus manos
Dentro
del sentido puede llover
Puede
andar el vértigo de la libélula sin piedad hasta hacer de la altura
el
costado del volcán
su
abertura delgada
línea
de la boca sangrienta
donde
reventaron pasos de asesinatos
(Disecadas
para entrar)
En
las casas ocultas del padre
Que
sí guardaron con creces
lo
que buscaba allí en la intemperie de la biblioteca
Pudo
suicidarse cualquiera bajo grande disminuyendo
Hasta el punto en donde tomé el
libro que estaba esperando por mí
a
que se me hiciera igual a una Letra
pequeña
para desaparecer por los recodos de los dedos
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