miércoles, 4 de diciembre de 2024

MIHAÏ BENIUC

 

 

 

 

En mi sangre

 

 


Nada más tengo que decir,

 que vengan otros, si así quieren,

a pescar en esta agua turbia.

Yo he vuelto las espaldas al poniente.

 

Como una peonía de corola arrancada,

 miro el árbol gigante con asombro:

Veo un hombre pender de cada rama.

Yo no hubiera querido -¡no!- combatir aquí.

Vosotros, insaciables de las guerras,

¡venid, gustad sus frutos!

 

 

Sobre el mapa, el Espíritu del Mal está inclinado,

mordido en las entrañas de una sed insaciable

 de espacio y sangre joven.

«¡Venid!», aúlla, oscura, la boca del abismo.

 

Nada más tengo que decir.

Hierven charcos de agua corrompida,

a cada paso yace alguno,

alguno del levante o del poniente.

 

¡Oh, hermanos míos, en mi sangre

llora la historia de mi tiempo!

 

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