Música somos nosotros
A
cuatro manos sobre el blanco y negro,
cuatro
manos, el hombro contra el hombro.
A
cuatro manos, dedos, veinte lumbres
en
el blanco y su negro, piel, marfil.
Puede
tocarse música por dentro,
tu
música de adentro y por lo bajo.
Así
suena tu música, a respiro
y
tormenta, remanso y catarata.
Una
vez y de nuevo, flotas sobre
el
teclado con dedos, brazos, lengua,
el
pecho contra espalda, espalda contra
el
tiempo, fuga con dos contra tres
sobre
la partitura entre tus piernas
en
la cadenza, ritardando, notas
negras
son sobre blancas, esta fusa
hasta
el fandango, hasta el fin, hasta el fondo.
Canta
contra mis ojos. toca, loca.
no
te detengas, llena mis oídos
de
tu viento, saliva con sudor
y
semen, lágrimas y sangre adentro.
Mueve
tus dedos, piano y piano, suave
pianísimo
y más fuerte, ¡sí!, más lento.
¿Notas
las notas? ¿mis corcheas, fusas
revueltas?
todo es piel entre las sábanas
escrito
en blanco y negro a cuatro manos,
dos
lenguas con sus dedos, su saliva
en
mi hombro y en tu pecho, sus tresillos
desbocados,
su encabalgada furia
de
frases al oído, dedos… canta
con
tus dedos adentro, que los muevas
piano,
suave, tan fuerte como puedas
hasta
que vibren todos nuestros músculos,
hasta
que se relajen, por vencidos.
toca
tu blanco y negro a cuatro manos.
Entre
tus dedos y el marfil, silencio.
Entre
papeles y armonía, el aire.
Estamos
suspendidos todavía,
por
siempre:
música
somos
nosotros.
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