Mis tristes capitanes
Uno
a uno ellos aparecen en
la obscuridad: pocos amigos,
algunos con históricos
nombres. ¡Qué tarde comienzan a brillar!
pero antes de desvanecerse quedan
perfectamente encarnados, todo
el
pasado cubriéndolos como un manto
de caos. Fueron hombres
quienes, pensé, vivieron solo para
renovar la fuerza derrochadora que
gastaron en cada caliente convulsión.
Me recuerdan a mí, distante ahora.
Cierto,
todavía no están en reposo,
pero ahora que están realmente
separados, alejados de los fracasos,
se retiran a una órbita
y giran con desinteresada
y dura energía, como las estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario