A orillas del río rojo
ya
no hay sangre que puedan derramar las guerras.
El genocidio se ha quedado exhausto
y las casas vaciadas ya no son amarillas.
A orillas del río rojo hay una mujer que acurruca a su hijo y un padre muerto
y un silencio arrollador que cumple su condena.
La guerra no ha terminado aún.
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