Los herederos
Los
hijos de la noche,
herederos del día por venir,
ahora somos ángeles caídos.
Suenan
en nuestros cráneos los cañones
del nuevo amanecer
y avanzamos calados por la lluvia
de regreso al hogar.
Nosotros no perdimos el Edén,
ni vimos el abismo.
Con
la cabeza gacha
el padre nos espera en el salón
de alfombra y chimenea,
el desayuno hecho, y aún peor:
la comprensión y en la mirada celos
de tanta rebeldía adolescente.
De: “La mala conciencia”
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