Espiral
Viajo
melancólico
por un país en que son
de arena las columnas,
y en que los pájaros,
tiznadas sus alas por el vuelo,
regresan cada tarde a casa
cabizbajos, con un periódico
gris doblado bajo el ala.
Los niños despiertos
chapotean en los charcos
con sus botas de agua.
Los más afortunados
recogen moras en las zarzas,
o ven al caracol cruzar
la hoja con el lento
cabeceo de los barcos,
dejando tras de sí estelas de plata.
Sobran entonces motivos
parar pensar
que la pared que nos separa
de la infancia es frágil
como la página que la escritura
recorre en espiral.
De: “Las consecuencias”
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