El viajero de sí mismo
Voy
pisando cadáveres de amantes
y viejas tumbas llenas de pasado,
cubiertas con cabello horripilante
del gran sepulcro universal tragado.
Acumulo
mi yo exorbitante
y mi ilusión de Dios ensangrentado,
pues soy un espectáculo clamante
y un macho-santo ya desorbitado.
Mi
amor te muere como un perro de oro,
pero te exhibe en sus ancas de oro.
Wínétt, como una flor de extranjería.
Porque
sin ti no hubiera descubierto
como una jarra de agua en el desierto
la mina antigua de mi poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario