III
Difuntos;
Madrid
Las
mujeres venden nardos en la plaza,
y
coronas teñidas de oscuro
sinuosas
y entretejidas firmemente
porque
es el día de difuntos.
Las
mujeres venden nardos en la plaza.
Su
aroma aterciopelado llena las calles
y
apacigua el ruido de los pasos;
porque
es el día de difuntos.
Su
presencia se torna triste entre nosotros
como
el aroma aterciopelado de las flores:
el
incienso de los entierros suntuosos,
el
corretear de los pasos monásticos,
el
sonsonete soporífero de las misas
para
la multitud de difuntos.
Las
mujeres venden nardos en la plaza
para
cubrir las tumbas de los difuntos envidiosos
y
amortajarlos otra vez con aroma del río Leteo
no
sea que los difuntos recuerden.
De: “Invierno
en Castilla y otros poemas”
Versión
de Eulalia Piñero Gil
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