sábado, 26 de julio de 2025

CARLOS MARZAL

 


 

La caverna

 


Estas llamas azules que crepitan 
en medio de la casa, maternales, 
este fuego vigía que sostiene 
convulso, el corazón de la madera 
y sacrifica en caridad su entraña 
mientras nos acogemos al amparo 
que prodiga el hogar, 
tal vez proyecte 
en la pared, ilusas, nuestras sombras. 
De espaldas a la cierta luz del día, 
quizá nos complacemos en tinieblas 
sin sospechar que exámine reflejo 
somos de otro reflejo evanescente. 
Reclusos de contento en la impostura, 
somos los prisioneros más extraños. 

No obstante, en este claustro reina un orden, 
hay un talento de habitar las sombras, 
un saber desvalido salvaguarda 
la paz inconsistente en que vivimos. 
Esta caverna equívoca es la casa 
que hemos logrado alzar en la caverna, 
nuestro reino de infancia entre las cosas, 
nuestro maduro fruto en el espacio, 
la terca geometría inteligente 
que ha vuelto la apariencia en su morada. 

Frente a esta chimenea, sin reposo, 
se estremecen eternas las figuras 
de quienes nos habitan clandestinos 
sobre el muro desnudo. 

Demos gracias 
por no alcanzar la luz que vive fuera 
y estar a puro sol con nuestra imagen. 

 

 

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