Aceptación
Paredes
blancas de mis días, sonidos domésticos, golpes ansiosos de la sangre, manos
rígidas. La vida dicta su nómina de durezas. Por qué no creer que así es
hermosa, por qué pensar que la dureza no es un rasgo dichoso. Así ha de ser la
vida: penetrante, firme, dura, para saber yo todo el placer de su tensa carne.
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