Como
cuando en un accidente
se pierde un pie o una mano,
como
cuando a un roble o castaño
le cortan las ramas más grandes
sobrevino
un sufrimiento o furia
parecido a un dolor fantasma.
Pero
no. Lo perdido puede más,
quizás por menos evidente.
Como
un viejo libro o país poema
apretado al cuerpo
para
protegernos, ambos,
del torrente, de la lluvia,
la
feroz jauría,
fantasmal espanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario