Ciudad
ciudades (III)
Fue
como una conquista la ciudad
cinco
ratas huían por cada beso tuyo
cinco
animales muertos
cinco
cloacas trascendidas por cada virtud
en
cada uno de tus gestos una hazaña
en
tus cuestiones la razón de existir
los
titubeos para abrirse camino entre los sueños.
No
estuve en la ciudad no la atrapé en su época
pero
se hizo entrañable sobre el suelo que nos crecía juntos
me
poseyó su extraña alevosía la feroz certidumbre de tus manos
y
comencé a fundar sobre cuerpo
catedrales
pirámides
canales
en
el urgente espacio de su templo.
No
estuve para siempre
pero
grabé en su carne el nombre
de
tus calles me asaltó la extensión de la llanura
en
el temblor del tiempo.
No
estuve pero supe encontrar sus laberintos
y al
calor de sus grutas construí la palabra
que
me acogió de nuevo como una identidad
y
abrió las avenidas en que pude tocar
-ya
para siempre-
el
corazón intacto de los dioses.
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