viernes, 24 de octubre de 2025

BENJAMÍN MORALES

 


Éxodo

 

 

El niño entre las rocas.
me fui siguiendo el silbido del viento.

dejé el camino,
la madre y al padre.

me fui sin ver mis huellas,
acariciado por el sol de la mañana
y caminé sobre la arena
con la sensación del grito entre los ojos
y el sabor amargo del cordero en el paladar,
hasta no mezclar con las rocas,
hasta no ser el cielo blanco de la pradera,
hasta no cantar con el zumbido de la arena contra el hierro,
hasta no más que un puñado de ceniza
suspensa en el viento.

madre y padre,
perdí su dulzura,
madre y padre,
perdí el camino,
madre y padre,
los perdí entre estas flores diminutas
que crecen en las heridas.

un manto de bermejo que ondea sobre el paisaje,
que hemos visto tanto y tanto,
madre y padre,
me lloran,
yo no los lloro,
yo lo hago por el camino amado del cielo en la tierra,
bajo montes de odio,
con los pies calcinados,
en víspera a los
últimos 4 golpes.

soy el niño perdido entre las rocas,
el niño de los úteros perfectos,
el niño de silbido,
el que centellea antes del ocaso,
y que ríe y ríe y ríe
cada vez que una yegua
se muerde el pecho
hasta sangrar
y cae de hinojos, empapando la arena,
volviéndola lodo cruento,
de donde se esparcen miles de zancudos
voraces,
que viven en la sangre
de mi sangre
de la sangre
de la madre y el padre.

un DIA,
como espina entre el follaje,
volveré a la planta de donde me desprendí
y con esos claveles que brotaron del suelo
se marcará el fin de este camino,
mi tumba,
nuestro encuentro.

 

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