V
Abrir
de tacto ciego, ciego verano y goce.
Oh goce del oído, mi lengua en lodo tiembla:
Son brebajes y miedos, quiero golpear aldabas,
derribar el penacho de los montes de piedra.
Vas,
y finges, y burlas el objeto, y descubres
los nódulos sensibles de lo que el llanto oculta.
Pero, ¿alcanzas -¡oh precio de los astros!- alcanzas
ese nudo de luces que te desvía y turba?
¿De
qué silencio cae nuestra simple tristeza?
Buscas, en vano, ciego, por un cruel laberinto
el hálito del verbo que se niega y rebela.
Pleno
estío de fuego, buscar mío en la sombra,
vas tocando los brezos del sendero, tocando
las yemas y los tallos, sin alcanzar su noche.
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