Tuvimos años de paz
La
hermandad fue la ceiba que nos sostenía
Nuestro sueño descansó en el algodón de sus capullos
Luego llegaron las grandes máquinas
Derribaron guanacastes y ocotillos
Vimos la savia escurrir en sus troncos
Eran sus hilos de sangre
Eran sus lágrimas de dolor
porque el verdor de sus días llegó a su fin
No supimos
que también fueron nuestras lágrimas
que también nuestra sangre escurre ahora
De: “Rini Lisa” (Sangre de Familia)
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