La cercanía del fin
Si
el príncipe llega como un mendigo, abre la puerta, no importa que sea de
madrugada. Viene con su ansiedad palpitante a darte los tibios dones guardados
para vos, donde el delirio ha teñido el fondo de la sabia inocencia de bestias
que relamen sus heridas, tendidas a lo largo de las playas de un sueño de
oleajes, cuya violencia nos anuncia la cercanía del fin.
Opongo
al resplandor de la Belleza, la fecundidad secreta de la pasión.
Opongo
la furia de la verdad a la oscuridad sangrienta del Poder.
Opongo
a la sutileza del fingimiento, el fecundo río de una sinceridad sin límites.
Opongo
a la perfección de la forma, la germinación lúcida de una esencia profunda,
hecho todo como al comienzo de la misma unidad.
Opongo
a la guerra de la carne, la guerra de las conciencias mamando de la historia,
reconociendo un sueño que es cierto.
Opongo
al espectáculo alucinante de un Teatro Nacional de lujo, el volcánico escenario
donde mis hermanos libran sus combates en pie de muerte.
Por
eso no soy yo quien vuelve al paisito, es él quien vuelve a mí.
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