martes, 10 de abril de 2012

MARIZEL ESTONLLO



Hablo de tus manos



Comprendí que tus manos
no estaban hechas para los pequeños gestos.

Peleaban en el borde del papel
para nombrarse en algunas letras.

Me leías con tus ojos
mientras tus manos eran gritos en la boca de un túnel.

Me hablabas de tus manos
y mis piernas dibujaban alas en tu espalda.

Hay un recorrido de ojos en la exaltación
donde puede recostarse el desafío como un velero a contraluz.

Tus manos construyeron un puente invisible
sobre el destino de las palabras,
un pensamiento
como una oculta forma de salvación igual al recorrido del asombro.

¿Cómo pudiste quedarte en silencio
después de extraer esa multitud de eternidades en otro movimiento
del tiempo
después de desatar la infinitud de las formas
en el perpetuo movimiento del deseo?

Como una presencia extraña,
quizás la de un refugiado que escapa de un lugar muy frío,
o la de un niño que ha olvidado sus juegos
y se precipita como una nueva figuración de la sorpresa.

Las letras de tu poema abrazaron mi sangre
en esta necesidad de inventarte

Cuando mi cuerpo en tus manos
era un estallido de pájaros.

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