El
árbol y las horas
Las
nubes donde
amaneces
escondida
del árbol
tienes la
dureza de
la lluvia que revienta
la lluvia que revienta
en
la hoja, la calle y el mismo árbol
que
en estos días de nube
entregas
sus raíces al desierto.
Luego
viene el mediodía
y
los granos de arena
suben
densos
-a
este reloj vivo de las horas-
por
las venas donde antes tu nube
volaba.
Las
horas perdidas
de
tus ojos y los míos
se
cuelan al interior de los días
que
tienen otros nombres
otra
historia
que
tiene como primer
asunto
en la agenda
hacer
más desierto la arena
abrasar
más calor en los
espejismos
y
no saber si es el sol, la nube
o
tus días deshidratan
las
horas sin horizonte.
Son
los días, son los días,
cuerpos
inertes cuyo vacío
nos
detiene.
Son
las vidas,
eso
que se intenta vida
pero
vaga entre los eventos
sin
sentido,
quedar
bien con un reino
que
no es el nuestro,
respetar
las leyes erradas
erróneas
de los ojos
que
rigen con miedo
y
del miedo nace la
luz
desviada de las plazas.
Pero
hay que salir,
hacer
ceremonias con libretos.
tener
el vestuario adecuado
para
seguir con esos juegos.
Del
horizonte el mismo sol saldrá
la
misma nube esconderá
tu
rostro
la
misma espera
(árbol-reloj de arena)
del
árbol y las horas se detienen en tus ojos.
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