Tomar
nota
No
es posible confiar en los grandes
para
entregarles
el
documento frágil de la belleza pura.
Y
cómo purificar al hombre de si mismo
si
Juliano divino adivinó aterrado
que
vendrían los bárbaros fanáticos
a
enloquecer la rosa de los vientos.
Tribales
entre los arpegios internacionales
nos
asomamos al abismo
de
un desusado advenimiento en llamas
mientras
en mármol perfeccionado gime
la
nota consonante musical se desvanece
el
color se disuelve en alba transparencia
la
danza Isadora se deshace en adioses.
Y
verbo genital rechaza el acto
de
saciar insaciable a su versión violenta.
Para
todo esto
yace
Urbino sepultada
la
cuidad perfecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario