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Las flores se cierran cuando tropiezo.
Debo verlas de lejos o esperar a que el pensamiento se
acerque a ellas y vuelva con algo de su forma o su perfume.
Pero hay ocasiones en que el pensamiento se aleja
durante días y la desesperación me lleva a colgar mis tobillos de la rama de un
árbol.
Así las flores se abren y el pensamiento regresa
nuevamente a mi cabeza.
De “Una isla de breves
ausencias”
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