sábado, 8 de febrero de 2014

HASIER LARRETXEA




EN LA LÍNEA de los cuerpos, la tendencia a la soledad,
hileras de muros, espaldas,
el dictamen de los prados entre bosques,
el orden, los horarios, el cumplimiento de las obligaciones.

Tiza que ha convertido las cabezas en polvo.
Trazos que serpentean las miradas de al lado.

Gaviota que tiene el propósito de la sacudida
desde la misma alineación e inclinación.
Pétalos de colores: blancos, rosas.
El viento los rodea y ordena
colocándolos al lado de las ramas, del helecho, de la paja.

Las horas, las décadas, en el río que mantiene el mismo rumbo.
La antena, que desde su sombra atraviesa todos los cuerpos.

Las tardes, las semanas, en la misma sucesión,
con la misma desidia de la manera de tumbarse, de los tatuajes.

No hay nada que destacar en la mirada oblicua del atardecer
en el reflejo que se une
con el caudal del río.




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