viernes, 30 de mayo de 2014

ANA ILCE GÓMEZ



 

En sorgono

  

El pequeño Sorgono saliendo de entre la maleza
de los Gennargentu
es triste como el cementerio de Masaya.
Su Ristorante Risveglio con su gran N al revés
en medio de Sorgono ahumado y frío deja caer su sombra.
(¡Ha muerto el Albergo D’Italia!)
Sólo el pequeño pueblo se levanta
frente a los tupidos Gennargentu
con sus manadas de cabras alertas,
con sus ovejas merinas estrenando sus hermosos cencerros,
con su atajo
con su rastrojo
sus esteras de junco
su tristeza de sábado por la tarde
su pila de alcornoques tirados en la sombra
su Ristorante,
además del posadero con la pechera sucia
y de la muchacha siciliana envuelta en su chal
que lleva la ropa
que trae la copa
que deposita la sopa. ¡Eterna sopa de coles del flamante
Risveglio!
Los alrededores de Sorgono son semejantes a un pueblo
del Westcountry inglés o del campo de Hardy.
En Sorgono (terminal y ganglio de carreteras interiores)
las vacas se tienden en el camino que va a Oristano
unos hombres de aire torpe
fuman sus amados cigarros de Macedonia
una mísera vela llora luz
un pastor se mueve como en sueños.
Desde Sorgono es mejor ir a Nuoro que a Abbasanta.
 

 
De: Las ceremonias del silencio

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