Con
la traición de los sueños
En
toda mi vida solo conocí la humillación del amor.
Y
de mi solo quedan paredes derruidas azotadas por el viento,
por
el sol y por la traición de los sueños.
Pero
siempre hay jugos terrenales en el cuerpo,
un
Dinosaurio que vuela con la agitación de sus cuatro alas,
y
mujeres que se pintan con lilas y morados los estambres de sus ojos.
¿Pero
cómo era cuando estaba muchacho?
¿Cómo
era antes de ser un ángel derribado?
Siempre
me vi como a alguien más y no como a mi mismo,
atado
a la oscuridad de un mundo de deidades familiares.
Hay
un yo que conocí en el lago abierto de Granada
sumergido
bajo el agua entre helechos y bromelias,
mangles
rojos y blancos, cuentas y lentejuelas,
caoba,
cedro y ceibas de un bosque húmedo.
Dentro
de mi está lo que tengo derecho a desear.
Desde
esa gruesa masa rocosa de mi vida
pude
esparcir manojos de hierbas y sortilegios,
y
amasijos de leñas y piedras ennegrecidas.
De
mis fondeaderos salieron y arribaron
barcos
cargados con oro, plata y perlas.
Nadie
pudo romper el milagro de la poesía:
ni
gatilleros, ni tramposos, ni vagabundas.
Y
para agitar el agua turbia
me
quedo quieto en la piel aterciopelada de los pétalos
que
forman el remolino de las rosas.
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