viernes, 30 de mayo de 2014

FRANCISCO DE ASÍS FERNÁNDEZ


 

Con la traición de los sueños

  

En toda mi vida solo conocí la humillación del amor.

Y de mi solo quedan paredes derruidas azotadas por el viento,

por el sol y por la traición de los sueños.

Pero siempre hay jugos terrenales en el cuerpo,

un Dinosaurio que vuela con la agitación de sus cuatro alas,

y mujeres que se pintan con lilas y morados los estambres de sus ojos.

¿Pero cómo era cuando estaba muchacho?

¿Cómo era antes de ser un ángel derribado?

Siempre me vi como a alguien más y no como a mi mismo,

atado a la oscuridad de un mundo de deidades familiares.

Hay un yo que conocí en el lago abierto de Granada

sumergido bajo el agua entre helechos y bromelias,

mangles rojos y blancos, cuentas y lentejuelas,

caoba, cedro y ceibas de un bosque húmedo.

Dentro de mi está lo que tengo derecho a desear.

Desde esa gruesa masa rocosa de mi vida

pude esparcir manojos de hierbas y sortilegios,

y amasijos de leñas y piedras ennegrecidas.

De mis fondeaderos salieron y arribaron

barcos cargados con oro, plata y perlas.

Nadie pudo romper el milagro de la poesía:

ni gatilleros, ni tramposos, ni vagabundas.

Y para agitar el agua turbia

me quedo quieto en la piel aterciopelada de los pétalos

que forman el remolino de las rosas.

 

 

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