lunes, 16 de junio de 2014

MIGUEL ARTECHE SALINAS


 


 

Hay hombres que nunca partirán,
Y se les ve en los ojos,
Pues uno recuerda sus ojos
Muchos años después de que han partido.

Pueden estar lejanos,
Pueden aparecer a medianoche
(Si están muertos)
Y jugar a que viven.
Pero siempre, con la desolación de su ausencia,
Uno comprende que no han vivido en vano,
Y que su esperanza
Es la única esperanza digna de ser vivida.

Y los hombres que nunca partirán
Suelen no aparecer en los periódicos,
No se habla de ellos en las radios,
Su imagen no gesticula en la televisión:
No son gente importante,
No circulan entre las altas esferas.

Son aquellos
Que aceptaron el sufrimiento
Y lo hicieron suyo para la salvación de otros hombres
Sin decir una sola palabra:
Pero dejaron abiertos, bien abiertos sus ojos
Para que nunca los olvidemos cuando ellos hayan partido.

 

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