sábado, 7 de junio de 2014

NICOLÁS MARÉ



 

Era el adorable, el que tuve dormido con mis nubes,
lo sentí sangrar en la noche abierta
y cerré, le bajé en su pasión el nivel respiratorio,
para calmarlo lo instruí desde el pecho hasta nosotros,
miraba como en el limbo, incompleto,
muchas veces mutando el hilo de su sueño,
venía de la guerra, roto, sulfurado,
paseante de la espada, nunca arrepentido
y amable con los muertos, excesivo,
pensando en la forma de salir.

Lo tuve dando vueltas por la savia,
creyendo en lo innecesario, inútil hasta el hartazgo,
con su cabeza en el golpe nulo,
con el elíxir del tornado cayendo de sus ojos.
Lo tuve animal y me tuvo espina,
dijimos las estaciones en el nudo del desorden.

Del corazón supimos la estaca,
del invierno la mancha y el escándalo,
de la calle aprendimos el fantasma,
del abrazo la eternidad
hasta que partí.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario