sábado, 7 de junio de 2014

ELÍAS HIENAM


 

 

A Juana Calfunao y Patricia Troncoso
 

"Cuando el último se desvanezca de la tierra y su memoria sea

solamente una sombra de una nube atravesando la pradera,

estas riberas y llanos estarán aun retenidos por los espíritus

de mi gente, por el amor a esta tierra como los recién nacidos

aman el sonido del corazón de sus padres".

(Carta del gran jefe Seattle al presidente de E.E.U.U.)

 

Han confiado en la noche,
en las suaves caricias
y ahora en los desvelos.


Con caras sucias han venido a la sangre
con plumas de plata,
al llanto en riberas arenosas,
al calor de la tierra,
a la niebla en maderas oscuras.


El sudor de los antiguos reclama en el viento
la claridad que esparce la llama.


Hoy cae una y se levantan diez.


Fiscales arañas clandestinas tejen trampas,
nos mantienen las distancias;
Nada escapa al biombo del terror;
nada muere,
nadie olvida.


Han venido,
a incendiar este abrazo loco de ausencia,
a sofocarle con el grifo de los ojos que miran
el zumbido del insecto en la ternura del brasero
cuando sólo queda ni por quien dar la vida.

 

 

 

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