miércoles, 12 de noviembre de 2014

JOSÉ WATANABE



La jovencita

 
El algarrobo se inclina como una nube verde
sobre la única bodega del pueblo.
              Detrás del mostrador humilde
una grácil jovencita lleva nuestra mirada
                           a un tiempo sin malicia.


Tiene el cabello recortado
como un muchachito travieso. El próximo año
tendrá la cabellera larga. El cuerpo
sobrecoge de tan puntual y prolijo: cumplirá
con el crecimiento de cada uno de sus cabellos
y hará sonar una música
                              menos inocente.

Mientras tanto, ella guarda sus negros mechones
en un frasco de vidrio
junto a los caramelos y gomas de menta.
                     Eso es siniestro, pequeña.
Tú, tan vivaz, hija
                      del solcito que venimos a buscar,
no deberías guardar nada muerto. No es justo
para los que ahora te miramos
como agüita de yerba para el desasosiego.

 

 

 

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