sábado, 31 de enero de 2015

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA


 

Del pecador herido

 
 

Si esta sangre, por Dios, hacer pudiera   
que la herida a los ojos la pasara,  
antes que la vertiera la llorara,  
fuera elección y no violencia fuera.   

Ni el interés del Cielo me moviera,  
ni del Infierno el daño me obligara;  
sólo por ser quien es la derramara  
cuando ni premio ni castigo hubiera.   

Y si aquí Infierno y Cielo mi agonía   
abiertos viera, cuya pena o cuya   
gloria estuviera en mí, si prevenía   

ser voluntad de Dios que me destruya,  
el infierno me fuera por la mía  
y no entrara en el Cielo sin la suya.


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