lunes, 25 de enero de 2016

ARMANDO ROMERO



  
Del aire a la mano

                        Cada vez que lo lanza
                        cae, justo,
                        en el centro del mundo.
                                    Octavio Paz



Se envolvía lentamente de manera que la cuerda
no quedara una sobre otra a cada vuelta.

En la mano el trompo
quedaba contra la curvatura
de los cuatro dedos largos
mientras el pulgar lo sostenía por fuera.
Un extremo de la cuerda anudado al dedo central.

Se miraba.
Los nervios tensos.
Y se lanzaba al aire
en tal forma que cuando iba llegando al suelo
un leve tirón a la cuerda lo hacía retroceder
de nuevo a la mano.

Todos los miraban y había orgullo del bueno
            en su porte.
Con él en la mano, girando.

Nunca lo logré. Tiré una y otra vez
pero en vano.

¿Podré escribir este poema?

Hay una solución para cada respuesta.
Es cierto.
Pero nunca pude tirarlo del aire a la mano.
Y es todo.





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