Julieth
y la lluvia
Si algún día vuelvo a morir,
procuraré
hacerlo bajo la lluvia,
hay
tanta compasión en cada gota.
Le
diré a mamá que voy a jugar
con
el aguacero en la cancha de arena.
Ella
pronunciará el mismo no
y yo
aprovecharé el rumor del techo
para
encubrir el sonido de la puerta.
La
sonrisa cómplice de Julieth
estará
al otro lado de la cortina de agua
del
alero de su casa.
En la
ventana, como siempre, su abuela,
con
un cigarrillo en la boca y nicotina en la mirada,
convirtiendo
el humo en niebla.
Si
algún día vuelvo a morir y la muerte me da tiempo,
le
diré a Julieth que no la olvido, que al final,
todos
los saltos nos arrojan al mismo vacío;
que
podemos volver a jugar a la oficina
aunque
ella no vea ya ni juguetes en los libros.
La
llevaré a “los pinos”, donde jugábamos
y nos
escondíamos en las noches.
Si
algún día vuelvo a morir,
y se
va la mujer
y
regresa la niña,
buscaré
a Julieth en la lluvia.
Vamos,
Julieth,
debajo
de la cancha de concreto
están
nuestros días y noches de juego,
nuestra memoria de arena.
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