martes, 19 de enero de 2016

MARIO RIVERO




La calle



Esta calle mi calle
se parece a todas las calles de mundo
uno no se explica por qué
suceden tantas cosas en un minuto
en un hora en doce horas
desde que el sol preña la tierra

Tiene puertas como bocas sin dientes
Las mujeres se asoman a las ventanas
y miran tan lejanamente…

Sobre un alambre en el que los días
hacen equilibrio cuelgan a secar
medias camisas y pantalones rotos

Tres mujeres con cara de pocos amigos
esperan el bus. Son modistillas
que van a los talleres de la ciudad
a coser su miseria con una aguja de oro

La beata de enfrente
acaricia con uvas a un gato lustroso
y le dice “my darling”
mientras un estudiante regresa
a su cuarto de hotel
donde la cama en actitud de mujer pariendo
espera su saco de huesos
y colgado en la pared con una cinta
el retrato de la novia
que se ahorcó en sus trenzas
y ya tiene dos hijos parecidos
a su marido el boticario

Al final de la calle está la casa
del farolito rojo
a donde van prostitutas niñas
con pelo color de miel
y senos como dos monedas de centavo frías

Esta calle mi calle
se parece a todas las calles del mundo
se ven estas cosas y otras cosas…



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