Sueño
número 93
De tu
piel brotó el paisaje.
Tinta
negra
desenlazaban
los nudos de tu piel.
Pendo
de un hilo
tocando
tu húmeda piel:
pendo
en sus filos.
Ligera
y suave.
Ligera
como un beso:
plumaje
de ave.
Pétalos
rojos,
diluvio
de amapolas
que
abren los ojos.
Te
vas, me voy pero me quedo porque te quedas.
Vuelve
amor, amor mío, te vas y no regresas.
Despistado
el sol carnal, lloro por ser la presa,
¡infame
presa me digo! ¡el dolor no cesa!
Se
escapa de mi cuerpo la mar de tu presencia,
la
solemnidad de tu corriente que me besa.
Ojos
abajo, acaso fincados en la fecha
-nunca
abiertos, nunca cerrados a tus venas-
donde
mi boca hizo a tu boca disuelta
y
donde habrá de esconderse la vergüenza.
El
dolor no cesa: soy la herida abierta.
Que
el dolor no cesa: te vas y no regresas.
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