Salmuera
Sabes
a mar, sabía el aire
que
al agua más grande
íbamos
para morir de sed.
Adentro,
secreto e inmenso aire
que
salaba en últimos besos
carne
seca para el viaje arduo.
Inmensa,
celeste herida
que
el dejar de mirar abre,
sueltas
nuestros días por años
como
sabuesos o lágrimas.
Inmensa,
celeste herida
que
el dejar de mirar abre,
retiras
al corazón de los ojos
como
al verdor de las ramas.
Adentro,
secreto e inmenso aire
de ti
a mí, iba en nuestro beso
por
dulzuras a un cuesco amargo.
Sabes
a mar, sabía el aire
que
nuestro fruto, como el sol,
inhalaba
su rubor para caer.
De: “Redoble del ronroneo”
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