domingo, 11 de septiembre de 2016

ANTONIO GARCÍA TEIJEIRO




Mi abuelo compró una barca



de madera de ciruelo.
La echamos en el estanque
donde se refugia el cielo.

La barca no tiene remos
ni velas, ni marineros.
La empujan vientos de espuma,
Alegres titiriteros.

Las aguas surca la barca
de madera de ciruelo,
la barca llena de vida
que un día compró mi abuelo.



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