miércoles, 21 de septiembre de 2016

CARLOS APREA



  
Supongamos Turkestán

                                                 a Pablo Ohde  



Prefiero imaginar tu parada argentina
sobre la proa de un barco ennegrecido,
ese porte ajeno a todo carnet de afiliación
o pertenencia,
salvo ese infinito océano primordial
donde la vida copula y renace cada día.
Tu sonrisa irónica y transoceánica
surcando el mar la mar
la rosa bisexual,
el humo de los fumaderos,
la sal de los monstruos marinos,
lo viviente como equipaje denso:
latidos desenfrenados en un cuerpo lento,
tu altavoz que no cambia
el alcohol más preciado
ni la madrugada más bella
por el recuerdo de esa bahía de hembra alucinada.
La alondra Spinoza posada sobre tu hombro,
avizorando desde tu altura
la espuma de esos días fáusticos
sobre los acantilados de la Costa Brava,
y murmurándote, como una pasión triste,
la dulce canción final
de los desterrados.
Ahora parece que te fuiste
al carajo, marinero,
supongamos Turkestán,
a seguir arrastrando
tu voz en la poesía –poesía sobre tu voz–
con las maravillas que no morirán.
Escupiendo versos contra toda servidumbre,
sobre la grisura de un mundo
un poco más miserable y solitario.



No hay comentarios:

Publicar un comentario