Madre
éramos
la tierra
y la
cruz
éramos
carne de tu carne
hasta
que nos ataron las manos
los
pies y las lenguas
Madre
una
gran boca oscura hablaba
por nosotros
nos
atravesaba los centros los hijos
y nos
arrojaba a la agonía
pero
nosotros Madre
entreveíamos
tu rostro
envuelto en el manto
y con
las uñas hurgábamos
más y
más abajo
buscábamos
en
los bosques
en
los susurros de los árboles
en el
claro donde confluye el rayo
buscábamos
Madre
en
los fragmentos de las voces
dormidas
hasta
hallarnos Madre:
somos
esta nada
que
con esfuerzo
arrastra
sus raíces.
De: “Banshee”
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