jueves, 6 de octubre de 2016

ÁNGEL DÍAZ




Luces de la ciudad



I

Volví a contaminarme
con la navaja que afila la penumbra
y me inyecté el miedo
como un virus incurable

Colgué los sueños
en las líneas de mi rostro
y mi luz no retornó.

Tuve que escapar hacia la nada
abrí de nuevo las heridas
enterré postales de recuerdos
y así pude emprender un vuelo más ligero.


II

Las luces de la ciudad
bailan al ritmo de mi corazón,
mi alma se funde a través de la lluvia
y este infierno me está matando.

Es el momento perfecto
para escaparse de todos.


III

Hoy es una noche
donde las estrellas resplandecen en mis ojos tristes
y desde este piso pierdo altura.

Puedo arrojarme y recogerme en pedazos
y volverme a destruir
(a fin de cuentas dejarse caer
es aterrizar al centro de nosotros).

Entonces recuerdo que hay un hilo
del cual penden todos esos sueños
que me hacen revivir y me devuelven la fe.

Toco mi lado izquierdo,
estalla y vuelvo a empezar
todo en esta noche
y al mismo tiempo.



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