Una confesión de San Anselmo
Veo a
los hostiles desde mi estacada
son
ellos quienes acosan con sus armaduras
mi
frontera
por
eso asumo la fragilidad del vencido
en la
trinchera interminable de estos días.
La
oscuridad que oculta la conciencia es sibilina
y la
casualidad es equívoca
una
confesión de San Anselmo
o una
sumisión de la razón para acomodarse a la herejía
Descubro
a mis enemigos ya en las puertas
de mi
morada
con
sus apariencias malévolas
sus
cartas bajo la manga
en la
verdadera correría de la insania.
Soy
un cátaro o un pagano que
se
adapta a la paradoja
con
la templanza del humillado
como
una negación del raciocinio para
escapar
de la duda.
La
vaguedad que encubre el discernimiento es hermética
y el
acaso es confuso.
Mis
adversarios ya invadieron mi casa.
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