miércoles, 2 de agosto de 2017

ELEONORA FINKELSTEIN




Efectos especiales



Qué tanta pureza
en los registros básicos
de esta memoria.
Qué tanta memoria
en las formas que se dejan ver
para que las nombremos.
Vacías así como están,
vacías como guantes vacíos
navegando sobre el tiempo pleno.
Pero ahora resulta
que ese mismo tiempo, ni siquiera existe.
Ridículo todo, obsesionado de sí mismo:
Que alguien me explique a los disueltos
a los voladores
a los desintegrados.
Que alguien, cualquiera, me saque a bailar
y me hable al oído
y me haga entender que todo
tiene su precio.

Y ya que dije tiempo y memoria y vacío,
pasen y vean
lo que se proyecta en el techo
mientras intento dormir:
el bosque está en flor y la perra
amada, muerta.
Si ahora digo “amor” y “muerte”
En cualquiera de sus formas permitidas
(que en paz descansen)
seguro que se te hace un nudo en la garganta.
Pero no lo olvides: miento.

A ver, veamos lo que dice ahora
(ya que seguimos acá,
ya que seguimos mirando el techo).
Es algo duro como un hueso:
El poema es el arma de fuego,
el amor es un tiro de gracia.
Pero no lo olvides: miento.


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