Guimel
Con los pies torpes aún del sueño, con el alma aún velada por las tinieblas que en el sueño se acumulan, he intentado alargar mi paseo por las calles con aire juvenil. Y he marchado tras las muchachas jóvenes, para alegrar mi corazón.
Con los pies torpes aún del sueño, con el alma aún velada por las tinieblas que en el sueño se acumulan, he intentado alargar mi paseo por las calles con aire juvenil. Y he marchado tras las muchachas jóvenes, para alegrar mi corazón.
Pero tras de sus pasos ligeros me he sentido tan cansado y me he sentido tan
extraño a ellas, con mi corazón amargo de experiencia, que bien pronto
las he dejado perderse entre la multitud y he seguido yo solo mi camino.
Y he vagado, sin rumbo y sin objeto, ante los reverberos, viendo pasar ante mí
la vida, la vida lejana y esquiva, la vida que se aleja para siempre del
hombre que ya perdió su juventud y duerme en pleno día.
De "El candelabro de los siete
brazos"
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