miércoles, 30 de agosto de 2017

SANTIAGO GRIJALVA





Historia

Para mi abuela



¿Recuerdas la bailarina de la abuela,
esa caja repleta de sueños
y una historia de juventud
que siempre fue ajena a tu vivir?

Conversar con ella
es viajar al tiempo donde abundaban las hojas en el suelo
y los helados en los niños,
es volver a dormir
detener la sombra de la luna
para
abrazar a todos los perros de la calle que envejecían con nosotros

(la caja musical de antiguo laurel
teñido por la sangre que dejaste al ser madre).

Solo una historia se te escapa,
pero no es esa
que yo tanto recuerdo.
Y hace muy poco entendí
que el conejo que abrazaba
eligió la libertad
de marcharse
a la espesura
de la montaña,
porque no había
nada más que comer en casa.

Pero el mar se escapó de tu memoria,
tal vez porque cuando fuiste a visitarlo,
había decidido la vida
ponerte en el remanso apagado del frío.

Abuela, como quisiera tener los ojos azules,
para que en ellos conozcas el mar.




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