Historia
Para mi abuela
¿Recuerdas
la bailarina de la abuela,
esa
caja repleta de sueños
y una
historia de juventud
que
siempre fue ajena a tu vivir?
Conversar
con ella
es
viajar al tiempo donde abundaban las hojas en el suelo
y los
helados en los niños,
es
volver a dormir
detener
la sombra de la luna
para
abrazar
a todos los perros de la calle que envejecían con nosotros
(la
caja musical de antiguo laurel
teñido
por la sangre que dejaste al ser madre).
Solo
una historia se te escapa,
pero
no es esa
que
yo tanto recuerdo.
Y
hace muy poco entendí
que
el conejo que abrazaba
eligió
la libertad
de
marcharse
a la
espesura
de la
montaña,
porque
no había
nada
más que comer en casa.
Pero
el mar se escapó de tu memoria,
tal
vez porque cuando fuiste a visitarlo,
había
decidido la vida
ponerte
en el remanso apagado del frío.
Abuela,
como quisiera tener los ojos azules,
para
que en ellos conozcas el mar.
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